Bad Bunny pisa fuerte: su nominación a los Latin Grammy 2025 redefine el juego
Puerto Rico — En un año marcado por conciertos masivos, rupturas de récords de streaming y una constante redefinición de lo que significa “urbano latino”, Bad Bunny vuelve a confirmar que no solo participa, sino que lidera. Con doce nominaciones en la edición 26 de los Latin Grammy, el trapero puertorriqueño no solo encabeza la lista, también se instala como medida del nuevo estándar creativo.
Lo que hace de esta nominación algo distinto
Romper expectativas, no solo techos. El álbum Debí Tirar Más Fotos (“DTMF”), lanzado este año, recibe nominaciones en tres de las categorías más codiciadas: Álbum del Año, Grabación del Año y Canción del Año. No es novedad para él ser candidato; lo notable es que su material logra trascender géneros, expectativas comerciales y el formato convencional de hit urbano.
Versatilidad que reta etiquetas. Aunque se le suele encasillar en lo urbano, Bad Bunny participa este año en categorías nuevas y mixtas, donde la fusión, la raíz y la innovación sonora pesan igual que los beats para bailar. Esa flexibilidad artística es una señal clara de que “urbano” es ya un término poco útil para describirlo del todo.
Referente más allá del repertorio. El impacto de sus nominaciones no solo radica en los números, sino en que el público —más allá de las métricas— reconoce que su obra define etapas del sonido latino. Es canción, es cultura, es estética; no solo streaming y cifras.
Desafío para los pares y el futuro musical. Cuando un artista como Bad Bunny logra doce nominaciones, obliga a los demás a repensar qué proponen: ¿seguir lo que ya funciona, o arriesgar para trascender? Y ese reto no es solo para sus contemporáneos, sino para la industria entera: productores, compositores, promotores.
Qué viene ahora
El veredicto será un momento de tensión artística: ganarlo todo sería reivindicar que la innovación sonora y el callejón urbano son la brújula creativa del presente latino; quedarse con algunos premios reforzaría que su lugar ya está asegurado. Pero, gane lo que gane, Bad Bunny ya está marcando territorio para lo que sigue: sonidos híbridos, colaboraciones inesperadas, narrativas visuales cada vez más fuertes.